viernes, 30 de abril de 2010

12 tradicion// Por que A. A. es Anónimo (1.955)

Por que A. A. es Anónimo (1.955)
Originalmente publicado en The AA. Grapevine
(Cómo consideraba Bill W. el anonimato después de 20 años de
haber sido formado AA.)
Como nunca antes, la lucha por el poder, el prestigio y la riqueza está desintegrando la civilización. Hombre contra hombre, familia contra familia, grupo contra grupo, nación contra nación.
Casi todos los que se hallan empeñados en esta feroz competencia declaran que sus propósitos son la paz y la justicia para ellos mismos, para sus vecinos y para sus naciones; dadnos poder y os daremos justicia; dadnos fama y os daremos nuestro buen ejemplo; dadnos dinero y todos estaremos cómodos y felices. La gente en todo el mundo cree profundamente en ello, y actúa consecuentemente. En esta encrucijada, la sociedad parece estar precipitándose hacia un callejón sin salida. La señal de “pare” está claramente indicada con una palabra: Desastre”.
Qué tiene que ver esto con el anonimato y con los Alcohólicos Anónimos?
Nosotros las A.A. debemos saberlo. Casi todos nosotros hemos transitado por esa vía sin destino. Fortalecidos por el alcohol y la propia justificación, muchos de nosotros hemos perseguido los fantasmas del dinero y la importancia personal, justo hasta los limites de la señal de desastre final. Luego vino A.A. Volvimos nuestra mirada y nos hallamos a nosotros mismos en una Avenida cuyas señales direccionales no indicaban ni una sola palabra sobre poder, fama o riqueza. Las nuevas señales decían. ‘Una vía a la salud y la serenidad; el precio es el sacrificio propio”.
Nuestro nuevo libro “Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones” establece que el “Anonimato es la mejor protección que pueda tener nuestra Sociedad”. Dice también que ‘la sustancia espiritual del anonimato es el sacrificio”.
Miremos los veinte años de experiencia de los AA. y veamos cómo se llegó a aquella creencia, expresada ahora en nuestras Tradiciones Once y Doce. Al principio sacrificamos el alcohol. Teníamos que hacerlo o él hubiera acabado con nosotros. Pero no podíamos liberarnos del alcohol si no hacíamos otros sacrificios. La vanidad y la pomposa mentalidad tuvieron que desaparecer. Tuvimos que echar por la ventana la justificación propia, la compasión propia y la ira. Tuvimos que retirarnos de la desatinada competencia por el prestigio personal y los enormes saldos bancarios. Tuvimos que asumir la responsabilidad por nuestro lamentable estado y dejar de culpar a otros por ello.
Fueron aquellos realmente sacrificios? Sí, lo fueron; para obtener la humildad y el respeto propio, suficientes siquiera para permanecer vivos, tuvimos que desechar aquello que había sido nuestra más cara posesión: nuestras ambiciones y nuestro ilegítimo orgullo.
Pero aún esto no fue bastante. El sacrificio tendría que ir mucho más lejos. Otra gente habría de beneficiarse también. De manera que empezamos el trabajo del Duodécimo Paso; empezamos a llevar el mensaje de A.A., sacrificamos tiempo, energía y aún nuestro dinero para hacerlo. No podíamos conservar lo que teníamos si no lo entregábamos completamente.
Pedimos a los recién iniciados que nos dieran algo? Les pedimos que nos dieran poder sobre sus vidas, o fama por nuestro buen trabajo, o algo de su dinero? No, no lo hicimos. Encontramos que si pedíamos alguna de aquellas cosas nuestro trabajo perdía su eficacia. Así, aquellos deseos naturales tuvieron que ser sacrificados; de otra manera, nuestros iniciados recibían muy poca o ninguna sobriedad. No, ciertamente, no les pedimos nada.
Así aprendimos que el sacrificio debería tener un doble beneficio o ninguno en absoluto. Empezamos a conocer la clase de entrega de nosotros mismos que no tenía consigo un rótulo de precio.
Cuando el primer grupo de A.A. tomó forma, aprendimos rápidamente una mayor cantidad de hechos. Encontramos que cada uno de nosotros tenía que hacer sacrificios por el bienestar común. El grupo, a su turno, encontró que debía declinar muchos de sus propios derechos para garantizar la protección y el bienestar de cada miembro y de los A.A. como un todo. Estos sacrificios tenían que hacerse o de lo contrario A.A. dejaría de existir.
De estos hallazgos y experiencias empezaron a derivar su forma y substancia las Doce Tradiciones de los A.A. Gradualmente fuimos viendo que la unidad, la efectividad y aún la supervivencia de los A.A. dependerían siempre de nuestra continuada buena voluntad de sacrificar nuestros deseos y ambiciones personales en pro de la seguridad y bienestar comunes. Así como el sacrificio significa la supervivencia del individuo, así también el sacrificio significa la unidad y la supervivencia del grupo y de la Comunidad entera de los AA. Viéndolas en esta forma, las Doce Tradiciones de A.A. no son más que una lista de sacrificios, los cuales nuestra experiencia de veinte años nos ha enseñado que debemos hacer individual y colectivamente, si queremos que los A.A. continúen existiendo y creciendo.
En nuestras Doce Tradiciones hemos hecho frente a casi todas las tendencias del mundo exterior.
Nos hemos negado a nosotros mismos el gobierno personal, el profesionalismo y el derecho de decidir quiénes han de ser nuestros miembros. Hemos abandonado la beatería, el reformismo y el paternalismo. Rechazamos la caridad económica y preferimos pagar a nuestra manera. Cooperamos con casi todo el mundo, pero sin entregar nuestra sociedad a nadie. Nos abstenemos de la controversia pública y tratamos de no disputar entre nosotros por aquellas cosas que mantienen dividida a la Opinión pública. (Religión, política, moralidad, etc.). Sólo tenemos un propósito: llevar el mensaje de A.A. al enfermo alcohólico que lo desee.
No adoptamos aquellas actitudes por un prurito de virtud o sabiduría; lo hicimos porque la dura experiencia nos enseñó que lo debíamos hacer para que A.A. pudiera sobrevivir en el convulsionado mundo de hoy. También nos abstuvimos de nuestros derechos y nos sacrificamos porque debíamos hacerlo, o mejor, queríamos hacerlo. A.A. es un poder superior a cualquiera de nosotros; tiene que seguir marchando o incontables miles de nuestros semejantes morirán. Esto lo sabemos perfectamente
Ahora, dónde entra el anonimato en este cuadro? Y de todas maneras, qué es anonimato? Por qué creemos que es la mayor protección que pueden tener los A.A.? Por qué es nuestro más alto símbolo de sacrificio personal, la clave espiritual de todas nuestras Tradiciones y de nuestra manera de vivir?
El siguiente fragmento de la historia de A.A. revelará, así lo espero, la respuesta que todos buscamos.
Hace años un famoso beisbolista obtuvo su sobriedad a través de A.A. Puesto que su recuperación fue tan espectacular, obtuvo una tremenda ovación personal en la prensa, y se dio a los Alcohólicos Anónimos gran parte del mérito. Su fotografía y su nombre completo como miembro de los A.A. fueron vistos por millones de admiradores. Nos hizo mucho bien; los alcohólicos empezaron a llegarnos. Y nos gustó la cosa. Yo me sentí especialmente entusiasmado porque ello me dio muchas ideas.
Muy pronto yo también estaba a la luz pública, muy contento de obtener fotografías y entrevistas personales. Para mi propia delectación me di cuenta que podía estar en las primeras páginas de los periódicos, así como el beisbolista. Además, éste no podía sostener el ritmo de su publicidad, pero yo sí podía con el mío. Para mí sólo era necesario mantenerme viajando y hablando. Los grupos locales de A.A. y los periódicos hacían el resto. Recientemente me espanté hojeando aquellas viejas crónicas. Durante dos o tres años creo que fui el quebrantador del anonimato número uno de A.A. Por este motivo no puedo culpar al A.A. que a partir de entonces ha tratado de ser abanderado. Yo mismo dí el ejemplo hace años.
En esa época nos pareció que era lo que había que hacer. Justificándonos así, yo me resolví. Qué gusto me dio ver aquellos titulares de dos columnas hablando de “Bill el Corredor de Bolsa” con mi nombre completo y fotografía, el hombre que estaba salvando los borrachos por millares.
Poco a poco este cielo de ensueño se fue opacando. Fueron oyéndose las murmuraciones de los A.A. escépticos que decían: “Este Bjll se está devorando él sólo la fortuna. Al Dr. Bob debiera también corresponderle algo”. O también: “Supongamos que toda esta publicidad se le sube a la cabeza y termina Bill emborrachándose a nuestra salud”.
Esto me molestó. Por qué me perseguían si yo estaba haciendo tanto bien? Le dije a mis críticos que estábamos en América y que si no sabían que yo también tenía el derecho a la libre expresión? y no estaban este país y todos los otros dirigidos por líderes de gran prestigio y fama? El anonimato podría estar bien para A.A. corrientes, pero los co-fundadores tenían que ser las excepciones. El público tenía ciertamente el derecho a saber quiénes éramos NOSOTROS.
Pero otros A.A. también tomaron la iniciativa. (Gente ávida de prestigio, tipos iguales a mí). Ellos también iban a ser excepciones, por qué no. Dijeron que el anonimato ante el público en general era para la gente tímida: las personas más valiente y sólidas, como ellos, debían alzarse para ser contados como ejemplo, y tenían que soportar la luz incandescente de las cámaras fotográficas. Esta clase de valor pronto borraría el estigma sobre el alcoholismo.
El público podría darse cuenta de los magníficos ciudadanos que se podrían obtener de los borrachos recuperados. Así más y más miembros rompieron su anonimato, siempre por el bien de A.A. Qué pasaba si un alcohólico se retrataba con el Gobernador? Tanto el alcohólico como el Gobernador merecían el honor. Verdad? Así nos fuimos precipitando hacia el callejón sin salida de que hablábamos inicialmente. El siguiente paso en la ruptura del anonimato parecía aún más lisonjero. Una íntima amiga mía pensó en dedicarse a la educación alcohólica. Un departamento de una gran universidad, interesado en el alcoholismo, le pidió a ella que saliera y hablara al público en general que los alcohólicos eran gente enferma y que podrían hacerse muchas cosas a este respecto. Mi amiga era magnífica corno oradora y como escritora. Podría decirle al público que ella pertenecía a AA,? Por qué no’? Usando el nombre de los Alcohólicos Anónimos obtendría la mejor publicidad posible no sólo para su programa educativo sino para tos mismos AA. Creía que era una idea excelente y le impartiría mi aprobación.
AA. ya estaba adquiriendo un nombre famoso y valioso. Con e] apoyo de nuestro prestigio y el de su propia habilidad, los resultados fueron inmediatos. En un corto lapso, su retrato y nombre completos acompañaron excelentes crónicas acerca de su proyecto educativo y de AA., en casi todos los grandes periódicos de Norteamérica. La comprensión pública del problema alcohólico se incrementé, el estigma sobre los borrachos disminuyó, y A.A. adquirió nuevos miembros. Ciertamente, no parecía haber nada erróneo con ello.
Pero lo había, En aras de este beneficio a corto plazo, estábamos sometiéndonos a un riesgo futuro de inmensas y amenazadoras proporciones.
Por esa época, un miembro de AA. empezó a publicar una revista dedicada por entero a la cruzada por la prohibición del alcohol; pensó que los Alcohólicos Anónimos deberían ayudarlo en su campaña por obtener un mundo sin alcohol. Se descubrió como miembro de AA, y usó libremente nuestro nombre para atacar al licor, a quienes lo fabricaban y a quienes lo consumían. Señaló que él también era un “educador’, y que el tipo de educación que él estaba ofreciendo era la ‘adecuada”. En cuanto a poner el nombre de AA. en controversia pública, pensó que nosotros debíamos estar a su lado. De tal manera que usó nuestro nombre para hacer justamente eso. Por supuesto, también su anonimato para apoyar su amada causa.
A esto siguió una propuesta, proveniente de una asociación de comerciantes en licores, de que un miembro de AA. tomase a su cargo una tarea de educación”. Había que decirle a la gente que el alcohol excesivo es dañino para cualquier persona y que cierta clase de gentes (los alcohólicos) no deberían beber ni una gota. Qué podría haber de malo en esto? El problema estribaba en que nuestro amigo AA, tendría que romper su anonimato; cada aviso publicitario y articulo educativo debería llevar su nombre completo como miembro de AA. Esto, naturalmente, podría servir para crear en el público la implosión definida de que A.A. favorecía la “educación” al estilo propuesto por los comerciantes en licores.
A pesar de que las dos iniciativas mencionadas nunca fueron llevadas demasiado lejos, sus implicaciones fueron sin embargo terribles. Nos hicieron abrir los ojos. Alquilándose a cualquier causa, y luego declarando públicamente que pertenecía a A.A. le era posible a cualquier miembro el comprometer a los AA. con cualquier empresa o controversia, buena o mala. Y a medida que fuera siendo más apreciado el nombre de AA., mayor iba a ser la tentación de usarlo,
La prueba de esto no demoró mucho en aparecer. Otro miembro empezó a meternos en el negocio de la publicidad, Había Sido comisionado por una compañía de seguros de vida para preparar una serie de doce “conferencias” acerca de Alcohólicos Anónimos en una cadena nacional de radio. Esto serviría lógicamente para hacer propaganda a los seguros, a los A.A. (y naturalmente al conferencista), y todo presentado en una forma muy bonita.
En las oficinas centrales de AA. leíamos los borradores de las conferencias. Estaban compuestas de un 50% A.A. y 50% de las opiniones religiosas personales de nuestro amigo. Esto podría crear una falsa imagen en el público acerca de nosotros. Podría levantarse el prejuicio religioso contra AA. Y objetamos el programa,
Nuestro amigo nos escribió una ardiente carta diciendo que él se sentía “inspirado” para dictar esas conferencias y que nosotros rio podíamos interferir su derecho de libre opinión. Si bien era cierto que él iba a recibir un pago por su trabajo, su único interés era el bienestar de A.A. y que si nosotros no sabíamos qué era lo que nos convenía, peor para nosotros. La oficina de Custodios de A.A. y yo mismo podríamos irnos al diablo si queríamos, porque las conferencias serían radiodifundidas de todos modos.
Esto nos hizo reflexionar, Únicamente por el hecho de romper su anonimato y usar así el nombre de A.A. para sus propios fines, nuestro amigo se haría cargo de nuestras relaciones públicas, nos comprometería en polémicas religiosas, nos metería en el mundo publicitario y, además por sus buenos oficios, la compañía de seguros le pagaría unos estupendos honorarios, Significaba esto que en lo sucesivo cualquier miembro despistado podría poner en peligro nuestra sociedad a cualquier hora y en cualquier lugar con el solo hecho de romper su anonimato y empezar a decir cuánto bien nos estaba haciendo con ello? Alcanzamos a imaginarnos a todos los miembros de A.A. que negociaban en propaganda, buscando un patrocinador comercial para vender, usando el nombre de A.A., cualquier cosa, desde galletas hasta jugos de frutas.
Algo teníamos que hacer. Escribimos a nuestro amigo diciéndole que A.A. también tenía el derecho a expresarse libremente. No nos opondríamos a él públicamente, pero sí le garantizábamos que si el programa se llevaba a la radio, su patrocinador recibiría varios miles de cartas de miembros de A.A. rechazándolo. Así nuestro amigo abandonó sus proyectos.
Pero el dique del anonimato continuó con filtraciones. Algunos miembros de A.A. empezaron a meternos en política. Empezaron a decir a los Comités Legislativos de los Estados Unidos (públicamente, por supuesto) lo que A.A. deseaba en materia de recuperación, dinero y legislación.
Así con nombres completo; y a menudo fotografías, algunos de nosotros se volvieron politiqueros. Otros miembros empezaron a servir como jurados en cortes de justicia y audiencias públicas, aconsejando cuáles de los borrachos que estaban siendo juzgados debían ir a A.A. y cuáles debían ir a la cárcel.
Luego fueron apareciendo las complicaciones de dinero inherentes a la ruptura del anonimato. Por esa época la mayor parte de nosotros sintió que debíamos suspender la solicitud pública de dinero para los fines de A.A. Pero entretanto la empresa educativa de mi amiga, patrocinada por la Universidad, había crecido. Ella tenía la necesidad legítima y natural de obtener dinero en abundancia para su finés. Por consiguiente empezó a pedir públicamente las contribuciones, indicando la forma en que se iban a emplear. Puesto que ella era miembro de A.A. y seguía identificándose como tal, muchos contribuyentes se sintieron confusos. Pensaron que A.A. tenía algo que ver con el campo educacional, o que A.A. por sí mismo estaba levantando fondos, lo que ciertamente no era y no quería que fuera.
En esta forma el nombre de A.A. se estaba utilizando para conseguir dinero en los precisos momentos en que estábamos tratando de decirle al público que A.A. no quería contribuciones de gente extraña a la Asociación. Viendo lo que pasaba, mi amiga, como miembro magnífico que es, trató de volver nuevamente al anonimato. Pero ya que había sido tan profusamente anunciada, fue una labor muy difícil, y le ha tomado varios años llevarla a cabo. Pero hizo el sacrificio y aquí quiero manifestar mi profundo agradecimiento por su proceder.
Aquel antecedente puso en movimiento toda clase de solicitudes públicas de miembros de AA. para obtener dinero, con fines tales como fincas de reposo para alcohólicos en tratamiento, programas del Duodécimo Paso, casas de alojamiento para miembros de A.A., clubes, etc. Y todo ello fortalecido grandemente por rupturas deliberadas del anonimato.
Después llegamos casi a alarmamos al saber que estábamos siendo comprometidos en la política partidista, esta vez para el beneficio de un solo individuo. Al candidatizarse para un puesto público, un miembro enfatizó su propaganda política con el hecho de que él era un A.A. y por consiguiente una persona de sobriedad comprobada. Puesto que A.A. era muy popular en su Estado, pensó atraerse en esa forma los votos de los electores.
Probablemente la mejor anécdota de estos temas nos narra cómo se usó el nombre de AA para apoyar una demanda por calumnia. Una dama miembro de A.A., cuyo nombre y méritos profesionales son famosos en tres continentes, recibió cierta vez una carta, la cual ella consideró insultante y lesiva para su reputación profesional. Creyó que algo debía hacerse al respecto, y obtuvo el apoyo de su abogado, también miembro de A.A. Ambos supusieron que tanto el público en general como los Alcohólicos Anónimos tendrían un motivo justificado de ira al conocer los hechos. En consecuencia, varios periodistas publicaron que Alcohólicos Anónimos estaba apoyando a uno de sus miembros femeninos (con nombre propio, por supuesto) para ganar su demanda por calumnia. Casi inmediatamente, un connotado periodista radial dijo lo mismo ante una audiencia estimada en doce millones de radioescuchas. Esto nos probó nuevamente que el nombre de A.A. había sido utilizado con propósitos puramente personales, y esta vez a escala nacional.
La historia de A.A. registra muchos casos de experiencia obtenidas al romperse el anonimato. La mayoría le ellas nos señala las mismas lecciones.
Ellas nos dicen que los alcohólicos somos los más grandes racionalistas del mundo; que fortificados con la excusa de que estamos haciendo grandes cosas por el bien de A,A. podemos, al romper nuestro anonimato, continuar en nuestra antigua y desastrosa búsqueda de poder, prestigio personal, honores públicos y dinero, las mismas ambiciones implacables que cuando vimos frustradas una vez nos condujeron a la bebida; las mismas fuerzas que hoy rompen la unidad en el mundo. Más aún, nos hacen comprender que un número suficiente de espectaculares pérdidas del anonimato, podrían algún día arrastrar a nuestra Comunidad en forma total hacia el ruinoso punto final.
De manera que estamos ciertos de que si tales fuerzas pudieran gobernar nuestra Comunidad, nosotros también pereceríamos, tal como otras sociedades han perecido a través de la historia humana. No supongamos ni por un momento que los alcohólicos recuperados somos mejores o más fuertes que las otras personas; o que si en veinte años nada le ha pasado a los A.A. entonces ya nada les podría suceder.
Nuestra gran esperanza realmente radica en el hecho de que nuestra experiencia como alcohólicos y como miembros de A.A. nos ha enseñado finalmente el inmenso poder de aquellas fuerzas para la auto-destrucción. Esas lecciones tan duramente aprendidas nos han proporcionado la buena voluntad necesaria para-acometer cualquier sacrificio personal que se haga necesario para la preservación de nuestra preciada comunidad.
He aquí el por qué vemos nosotros el anonimato al NIVEL DEL PUBLICO EN GENERAL como nuestra mayor protección contra nosotros mismos; como el guardián de todas nuestras Tradiciones y el mayor símbolo de auto-sacrificio que conocemos.
Desde luego no es necesario que el miembro de A.A. sea anónimo para su familia, sus amigos o vecinos. Revelar su condición a este nivel es generalmente correcto y útil. Ni tampoco hay peligro especial al hablar en el grupo o en reuniones públicas de AA. siempre que las informaciones periodísticas revelen UNICAMENTE EL NOMBRE DE PILA.
Pero ante el público en general (prensa, radio, cine, televisión y similares), la revelación de nombres propios y fotografías es un punto peligroso, Ella es la principal válvula de escape para las temibles fuerzas destructivas que todavía yacen latentes en nosotros. Aquí la llave puede y debe permanecer siempre cerrada
Ahora nos damos cuenta totalmente que un ciento por ciento de anonimato ante el público es tan vital para la vida de A.A. como un ciento por ciento de sobriedad lo es para Li vida de cada miembro en particular. Este no os un consejo dado por el temor, sino la voz prudente de una larga experiencia. Estoy seguro que vamos a escucharla; que haremos todos los sacrificios necesarios Verdaderamente hemos escuchado esa voz: hoy en día sólo queda un puñado de personas que rompen su anonimato.
Digo todo esto con la mayor vehemencia que puedo; lo digo porque sé lo que es la tentación de la fama y el dinero. Además, porque yo mismo rompí mi anonimato una vez. Gracias a Dios que hace años la voz de la experiencia y los amables consejos de sabios amigos me sacaron de la senda peligrosa por la que estaba conduciendo a nuestra Sociedad. Así aprendí que lo temporal y aparentemente bueno es a menudo el mortal enemigo de lo permanente y mejor cuando se trata de la supervivencia de A.A. sólo sirve que demos sin reticencias lo mejor de nosotros.
Deseamos mantener el ciento por ciento del anonimato por otro motivo poderoso, aunque a veces se deja de lado. En lugar de proporcionarnos mayor publicidad, los repetidos quebrantamientos del anonimato para beneficio personal, pueden deteriorar severamente las magníficas relaciones de que ahora gozamos con la prensa y con el público, y llevarnos a sufrir de mala prensa y de la desconfianza pública.
Durante muchos años los canales noticiosos de todo el mundo han proporcionado a los A.A. una entusiasta publicidad, en forma continua e interminable y a veces desproporcionada con el valor de las noticias en sí. Los editores nos han dicho el motivo. Nos han dado espacios y tiempos extras porque su confianza en Alcohólicos Anónimos es completa. La base para tal confianza es, según nos comentan, nuestra continua insistencia en el anonimato personal a nivel de la prensa.
Nunca antes las agencias de noticias, y los expertos en relaciones públicas habían oído de una sociedad que tan absolutamente rechazara la propaganda personal a sus líderes o miembros. Para ellos esta novedad extraña y agradable ha sido siempre la prueba positiva de la solidez de AA., y de que no hay aristas en la Comunidad.
Esto, nos dicen, es la principal razón para su estimación por nosotros. Y es el motivo por el cual en cualquier época del año, ellos siguen llevando el mensaje de recuperación de A.A. al mundo entero.
Si por causa de algunas pérdidas del anonimato hacemos que la prensa, el público y aún aquellos alcohólicos que están en camino de unirse a nosotros empiecen a preguntarse cuáles son nuestros verdaderos fines, seguramente perderemos esta magnífica ayuda que nos han proporcionado, y simultáneamente, aquellos alcohólicos ya no se nos unirán porque nuestra buena fama irá siendo menor y peor cada vez. Por consiguiente nuestro rumbo está claramente marcado. Puesto que la mayoría de nosotros puede verlo y el resto pronto lo verá, tengo la plena confianza en que no permitiremos que llegue a nuestra Sociedad el día que estamos advirtiendo.
Desde hace mucho tiempo, tanto el Dr. Bob como yo hemos hecho cuanto ha estado a nuestro alcance para mantener la Tradición de anonimato. Poco antes de morir el Dr. Bob, algunos de sus amigos sugirieron la erección de un monumento o mausoleo en su honor y el de su esposa ANNE, algo digno del FUNDADOR. El Dr. Bob agradeció este homenaje pero no lo aceptó. Hablando posteriormente sobre este tema, me dijo sonriente: ‘Por amor de Dios, Bill, por qué no pueden enterrarnos a ti y a mí como a cualquier otro tipo?”
El verano pasado visité el cementerio de Akron donde yacen BOB Y ANNE. Hay una simple lápida que no menciona ni una palabra acerca de Alcohólicos Anónimos. Esto me hizo tan feliz que lloré. Llevó esta maravillosa pareja tan demasiado lejos su anonimato personal que no permitió que las palabras “Alcohólicos Anónimos” figuraran siquiera en su propia tumba?.
No lo creo así. Considero que este grande y postrer ejemplo de humildad es de un valor para A.A. más alto y permanente que cualquier notoriedad espectacular o costoso mausoleo.
No necesitamos ir a Akron, Ohio, para ver el monumento al Dr. Bob. El monumento real se ve a todo lo largo y ancho de Alcohólicos Anónimos. Veamos de nuevo su verdadera inscripción. Es una sola palabra, escrita por nosotros los A.A. Esta palabra es SACRIFICIO.

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