jueves, 29 de abril de 2010

Autoestima

Autoestima
Es frecuente que, debido a una serie de falta de cuidados y de una vida en la que no hay estabilidad ni seguridad material o afectiva, donde no se siente protección, uno crezca con la sensación de que falta aceptación y amor de los demás hacia mi.
Si desde que uno es pequeño hay desagrado y rechazo, vivimos llenos de angustia, ansiedad y temor. Por consecuencia, las relaciones con los demás y con uno mismo son y serán conflictivas e inestables; por lo que las bases para una sana autoestima son inexistentes.
Estos no son los únicos síntomas:
Cuando la autoestima está en el nivel más bajo, la persona que la padece se abandona a sí misma, no encuentra las suficientes razones para seguir viviendo, no intenta avanzar o crecer, pues de antemano sabe que fallará o que nadie reconocerá lo que hace, y aunque lo haga, siempre habrá miedo al fracaso e, incluso, al éxito.
Su propia imagen le resulta desagradable y esto también lo lastima. Piensa, y así lo cree, que nunca podrá relacionarse con las personas que lo rodean. Aunque conviva con ellas en cualquier campo social, sabe que su opinión no será tomada en cuenta; y se calla. Le teme al ridículo o a la crítica, porque cualquiera de los dos lo hiere, y le invade una ansiedad que lo llena de angustia.
Cuando recibe una muestra de afecto, cree que no la merece, porque no vale como persona, y siente que se le da por lástima, por lo que la rechaza y huye. No está preparada para recibir amor, y le desconcierta el afecto que los demás puedan tener por ella; sin embargo, anda en busca del reconocimiento ajeno, que le pueda compensar sus frustraciones, y lo puede buscar de muchas maneras. Dos de ellas, y las más riesgosas, son: convenirse en el “buena gente” (actitud con la que trata de comprar atención y afecto) o ser “el chistoso” de su grupo de conocidos, haciendo gracias o diciendo chistes para divertir a los demás, porque no es capaz de tener amigos por méritos propios como persona.
Puede refugiarse en su trabajo. Es común que esta clase de personas sobresalga en alguna actividad laboral, por lo que se da a la obsesiva tarea de hacerlo. Si es mujer puede esmerarse en su arreglo personal y lucir bien, pero no sentirse satisfecha, y aunque reciba un halago, suele confundirlo con crítica.
La persona devaluada hace las cosas a escondidas; aunque las hace bien, se oculta en el anonimato, ayuda sin que nadie lo sepa y tiende a ser caritativa. Sin embargo, inconscientemente, la ayuda que ofrece es la que interiormente necesita y no se atreve a pedir, porque no sabe cómo hacerlo; además, teme que no se la ofrezcan. Si llega a tener pareja vive en constante desconfianza y su relación se vuelve inestable. Es común que esté en busca de señales que le indiquen un engaño o una infidelidad y trata de impedir el temido abandono que comúnmente es imaginario. Puede amenazar con suicidarse, como una forma de controlar y retener a su pareja y así “obtener” su amor. Es celosa y no acepta la presencia de otra persona, porque la ve como un peligro. No dice las cosas que piensa abiertamente y de frente, y se convierte en “cuchillo de palo”: no corta pero lastima sutilmente y con intensidad.
Se estaciona en edades tempranas de su vida, convirtiéndose en un niño o niña, le teme a las responsabilidades, no sabe enfrentarlas y menos resolverlas, empieza a buscar quien le haga las cosas, y cae en Las dependencias que pueden ser emocionales, materiales e, incluso, sexuales.
Su inestabilidad no le permite terminar Lo que empieza: promete mucho y cumple poco porque se refugia en la comodidad de la fantasía, y en ella resuelve cualquier problema, evade la realidad.
Su “bondad” le impide actuar, piensa que no debe molestar a los demás, se considera un estorbo, prefiere el bienestar ajeno al propio, cede en todo aunque vaya en contra de sus ideales y convicciones (que no son muy firmes) y vive de la opinión de los demás, pidiendo “permiso o compañía” para realizarlo que desea. Carga con una ira reprimida, pero no se atreve a mostrarla, a menos que esté a solas. Su mal humor le hace maldecir en silencio y llega a odiar, pero delante de los demás demuestra lo contrario: que todo va bien y que nada le molesta, como es buena gente, acepta todo y nada le altera.
Su frustración lo convierte en un ser con sed de venganza. Como no consigue lo que quiere, da consejos y regaña, utiliza la ironía cuando habla, sabe como lastimar y recurre a la burla en sus relaciones con los demás. Como no ha sobresalido en lo que desea, demuestra su frustración con actitudes de cobardía.
Como pueden ver, la personalidad de esta gente es muy incierta, por lo que desconcierta a quienes la rodean; es un enigma, cambia fácilmente de estados de ánimo, va de un extremo a otro, pero generalmente vive malhumorada y sus reacciones a los hechos son muy variadas.
Se trata de una persona que no es constante, lo que le genera problemas con ella misma y vive en constante sufrimiento.
Así fue mi propia autoestima.
Ésta es mi experiencia: la de alguien devaluado y muy frustrado. Gracias a Dios, a través de N.A. empecé a comprender cuál era mi problema y poco a poco, con la práctica del Programa, estoy tratando de recuperarla y de sentirme bien.
Anónimo

1 comentario:

  1. "Puede amenazar con suicidarse, como una forma de controlar y retener a su pareja y así “obtener” su amor" cualquier indicio de intento de suicidio debe ser considerado. No existen los llamados de atención.. Es muy peligroso tomarlo así. Y me parece interesante pero debería ser más empático ... Decir"la personalidad de esta gente", por ejemplo es un poco despectivo

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