Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios tal como nosotros lo concebimos.
Practicar el Tercer Paso es como abrir una puerta aparentemente cerrada con candado. Todo lo que se necesita es una llave y la decisión de abrir una puerta. Sólo hay una llave y se llama buena voluntad. Cuando nuestra buena voluntad ha quitado el candado, la puerta se abre por sí sola y mirando hacia adentro veremos un camino junto al cual está una inscripción que dice: "Este es el camino hacia la fe que obra". En los dos primeros pasos nos ocupamos de reflexionar. Vimos que éramos impotentes para manejar nuestras emociones y también percibimos que alguna clase de fe, así sea solamente fe en N.A., es posible para cualquiera. Estas conclusiones no requirieron actividad sino solamente aceptación.
Como todos los pasos siguientes, el Tercer Paso requiere acción afirmativa, porque solamente actuando podremos librarnos del egoísmo que siempre ha impedido la entrada a Dios –o, si se prefiere, a un Poder Superior
- en nuestras vidas. Indudablemente que la fe es necesaria, pero con la fe por sí sola no logramos nada. Podemos tener fe y mantener a Dios fuera de nuestras vidas. En consecuencia, nuestro problema es ahora el encontrar cómo y por qué medios podemos lograr que Él entre y el Tercer Paso será nuestro primer intento para lograrlo. De hecho, la eficacia del programa de N.A., dependerá de la sinceridad y formalidad que aportemos para llegar a la decisión de "poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios, tal como lo concebimos"....
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