sábado, 29 de mayo de 2010

NO PODEMOS VIVIR SOLOS CON NUESTROS PROBLEMAS

QUINTO PASO

Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas

En todos los Doce Pasos de N. A., se nos pide ir en contra de nuestros deseos naturales... en todos nos desinflan el ego. En lo que respecta a desinflar el ego, pocos pasos son tan difíciles de practicar como el Quinto. Pero casi ninguno de los otros es tan necesario como éste para lograr la serenidad duradera y la tranquilidad espiritual.



La experiencia de N.A., nos ha enseñado que no podemos vivir solos con nuestros problemas apremiantes y con los defectos de carácter que los causan y que los agravan. Si hemos iluminado el curso de nuestras vidas con el fanal del Cuarto Paso, y hemos visto en relieve esos incidentes que preferimos no recordar, si hemos llegado a comprender cuánto daño nos ha causado a nosotros mismos y a los demás esa manera de pensar y de actuar equivocada, entonces necesitamos más urgentemente que nunca dejar de vivir solos con esos fantasmas torturantes del ayer. Tenemos que hablar de ello con alguien.



Sin embargo nuestro temor y nuestra renuencia a hacerlo son tales, que al principio muchos N.A., tratan de saltar el Quinto Paso. Buscamos un método más fácil que generalmente consiste en la admisión general y poco dolorosa de que éramos muy malos actores y para redondear la admisión, añadimos descripciones dramáticas de episodios de nuestras crisis emocionales, posiblemente ya conocidos de nuestros amigos.



Pero no decimos nada de lo que realmente nos molesta y produce escozor. Nos decimos que no debemos compartir ciertos recuerdos humillantes. Estos los debemos guardar en secreto. Nadie debe enterarse de ellos. Esperamos llevárnoslo a la tumba.



Sin embargo, si se ha de tomar en cuenta la experiencia de N.A., ésta no solamente resulta una actitud imprudente sino también peligrosa. De las actitudes confusas, es ésta de la que más dificultades nos ha causado para la práctica del Quinto Paso. Algunos no logran ninguna tranquilidad y otros recaen periódicamente hasta que pueden orear sus secretos. Aún algunos de los veteranos de N.A., que ya han estado serenos por años, suelen pagar caro su descuido en este paso. Nos dirán como trataron de llevar la carga solos; cuánto sufrieron con su irritabilidad, ansiedad, remordimiento y depresión; y cómo, buscando inconscientemente alivio, acusaban a sus mejores amigos de aquellos mismos defectos de carácter que ellos trataban de ocultar. Siempre llegaban a la conclusión de que no se consigue ningún alivio confesando las faltas de otros. Todos tuvieron que confesar las propias.

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